Julia Irango

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JULIA IRANGO estudia Coreografía e Interpretación en el Conservatorio Superior de Danza de Valencia e Interpretación en Danza Contemporánea en el Real Conservatorio Profesional de Danza Mariemma de Madrid. También se forma en interpretación textual y nuevas dramaturgias. Como bailarina ha trabajado para coreógrafos como Pere Faura (Réquiem Nocturn, Festival Grec 2020), Guillermo Weickert o María Cabeza de Vaca. Como creadora, arranca la compañía valenciana de danza Dunatacà, este proyecto es un colectivo formado por nueve creadoras con intereses convergentes. Con su última pieza con Dunatacà, La Tragèdia no es pa tant fue nominada como creadora destacada a los premios de la APDCV. Recientemente ha sido seleccionada en el Festival Me, Myself y I del Certamen Coreográfico de Madrid para mostrar su trabajo. En estos momentos está adentrada en su proyecto más personal con el arquitecto Jorge Nieto: Ningú morirà després de mi

2022
Residencia de creación

Ningú morirà després de mi

El proyecto arranca con una investigación escénica con una mirada transdisciplinar que la performer Julia Irango lleva a cabo en otoño de 2020 en conjunto con el arquitecto Jorge Nieto. De cara a profundizar en las líneas esbozadas y con vistas a consolidar el proyecto, se incorporan Itziar Barriobero y Gina Aspa como asistente de dirección y coreografía y productora, respectivamente. En estos momentos, la compañía trabaja en la creación de una pieza de largo formato, Ningú morirà després de mi, en la que se ponen en pie los hallazgos de estas investigaciones.

En Ningú morirà després de mi se da vida a un mundo otro: un mundo casi este, pero no del todo este. En esta obra trabajamos en torno a la perplejidad y nuestra relación con lo extraño, no en el sentido de lo desconocido o lo nunca visto, sino de las maneras que tienen los elementos –a priori familiares- de presentarse y relacionarse entre sí. La cultura pop actúa como sustrato compartido desde el que explorar lo extraño. Acercando elementos que no acostumbramos a ver juntos, tratamos de desplegar un paisaje de convivencias desviadas, en la que cuerpos y objetos vuelven a aprendrer a relacionarse entre sí. La obra se articula desde los potenciales afectivos de la dimensión coreográfica de la materia en relación al espectador, cuya mirada se desliza entre lo agradable y desagradable, lo amenazante y lo inofensivo, lo familiar y lo otro, lo cute y lo cringe, lo solemne y lo divertido.

La obra refleja la manera en la que se puso en pie, a través del ensamblaje de numerosas cápsulas coreoescenográficas. Cada una de estas cápsulas se pone en pie de manera autónoma como un ensamblaje de cuerpos, objetos y protocolos de interacción. En la residencia queremos por un lado profundizar en algunas de las cápsulas que ya venimos trabajando, así como poner en pie otras que tenemos redactadas.