RAQUEL GUALTERO

RAQUEL GUALTERO se graduó en danza contemporánea en la escuela Hoogeschool voor de Kunstenen – Theater School / Higher School of Arts en Amsterdam en 2005. Un año después recibió la prestigiosa beca danceWEB parte del festival ImpulsTanz en Viena, ese año liderado por Mathilde Monnier y Loïc Touzé. Como bailarina ha trabajado internacionalmente en compañías como Scottish Dance Theater (Escocia), Compagnia Zappala (Italia), Fabulous Beast Dance Theater (Inglaterra), Romeo Castellucci (Italia), Compagnia Deja Donné (Italia), Tanz Company Gervasi (Austria), así como también tuvo la oportunidad de trabajar a nivel nacional con directores como Àngels Margarit o Àlex Rigola directores de la escena catalana. Como autora, debutó en 2005 con su pieza Blanco, que formó parte del reconocido ITs International Theaterschool Festival, the Makers Present. Su obra Persona ganó el premio Injuve 2011 a la creación joven. Brut, Nuà y Amaro completan su trayectoria como coreógrafa, siendo estas sus primeras piezas largas.

2021
Residencia de creación

Orama

Orama quiere ser una mezcla “imposible” en un escenario de fantasía, sentido del humor y un toque de esperanza. Un desfile progresivo hacia la capacidad de transformación y el crescendo. Nos acercaremos al drama del desarraigo, al que nos ha llevado la sociedad actual, en el que la soledad, la indefensión y el vacío aparecen como sus principales rasgos de identidad. 

Internet y las redes sociales, presentes en nuestra cotidianidad, ahora nos invaden y se constituyen en la (prácticamente) única vía de conexión con el exterior. Actualmente hemos comprobado que no necesitamos el cuerpo casi para nada, ni siquiera para el deseo y apenas para trabajar. ¿Cuál será el impacto específico y la impronta que las nuevas tecnologías dejarán en la esencia y sensibilidad del ser humano? Al cuerpo, que hasta ahora definía nuestra humanidad y sobre la cual se asentaba la condición de homínidos, ¿qué destino le espera?

Por otro lado podemos considerar que la situación de las sociedades se asemejan, cada vez, a esos “no lugares”, donde el individuo, aún en su propio territorio, se encuentra cada vez más desplazado, más extraño. Vivimos moviéndonos entre “salas de espera” rodeadas de imágenes que evocan lugares paradisíacos a los que la gran mayoría de las personas nunca van a conocer. “No lugares” a los que la multitud nunca podrá acceder. ¿Hacia dónde nos dirigimos, pues, individual y colectivamente?